Pittsburgh es una ciudad con una reducida red de transporte público de cercanías, por lo que la mayoría de los viajeros se desplaza en coche desde la periferia al centro de la ciudad y por lo tanto necesitan un lugar para aparcar. Alrededor de la ciudad de Pittsburgh hay muchas plazas de aparcamiento, algunas grandes y corporativas, otras pequeñas y de propiedad privada.
Una fría tarde de diciembre, cuando el cielo turquesa se rendía a las luces de la ciudad, el fotógrafo Tom M Johnson, mientras hacía un trabajo fotográfico documentando las plazas de aparcamiento del Distrito Cultural de Pittsburgh, se sintió fuertemente atraído por la imagen de un asistente de estacionamiento sentado en su cabina. “A través del plexiglás de la cabina sentí su melancolía, a solas con nada más que sus pensamientos para hacerle compañía. Sentí una conexión con él.”
La propia arquitectura de las cabinas le resultaba también muy atractiva, cuadradas y moldeadas durante años por la dureza del clima y el desgaste de múltiples inquilinos. Y así comenzó el proyecto fotográfico “Booths”, un estudio sobre la cabina y el encargado, ambos por igual y de su relación simbiótica: “la operadora necesita la cabina para mayor comodidad y funcionalidad; la cabina necesita de su ocupante para la significación”.